La verdad sea dicha
...
Aquel tipo estaba siendo perseguido desde hace tiempo por los hombres del imperio.Vestía ropas que ocultaban la mayor parte de su rostro y un gran sombrero cubría sus ojos. Hacía mucho que se escondía del mundo, pero esa mañana había aparecido en aquel banco, a plena luz del día y a media mañana, cuando más bullicio había en la ciudad. Sabía que había algo para él allí; con suerte nadie le reconocería a tiempo y antes de que se dieran cuenta ya habría volado.
Fue bastante paciente, pues tardaron un tiempo en atenderle, pero cuando le tajeron la caja que había pedido se hizo patente que estaba bastante nervioso. Recogió el sobre que se encontraba en el interior y tras una breve pausa salió del banco entre la muchedumbre.
Fuera, al otro lado de la plaza le esperaban un par de mujeres, estaban sentadas junto a una fuente cuando el hombre llegó. Les entregó el sobre y se miraron durante unos largos segundos sin apartar la cabeza. Acto seguido echaron a andar y se perdieron entre la multitud. No quedó ni rastro.
¿Que habría en el sobre? Leer la carta...